Videojuego de fútbol

Lo que hago en cuanto compro el nuevo FIFA es crear a mi jugador virtual. Implica ciertas consideraciones pero a estas alturas soy bastante bueno en este rollo. Primero escojo el nombre: Jacobus Heijmen. Tiene 18 años, mide 1.80 y pesa 75 kilos. Es diestro, ofensivo de medio campo salido de alguna academia futbolística holandesa. Generalmente del Ajax.

Tengo que crear su cara. Ojos azules, pelo rubio trigueño peinado a la moda. Con el control puedo modificar la línea de la quijada, que sea afilada y limpia. Vienen entonces las decisiones respecto al lóbulo de la oreja, la inclinación del ojo, el ancho de la fosa nasal. Etc, etc, etc. Cuando quedo satisfecho, le digo a mi esposa que venga.  ¿Qué crees, se parece a mí?

A ella le encanta esta parte. Los ojos están muy cerca uno del otro. La nariz no es lo suficientemente grande. No te ves así. Ya, ¿pero qué tal cuando tenía 18? Eras más llenito. Ya, pero cómo me vería si fuera un jugador de la academia de Ajax. No sé de qué carajo estás hablando. 

Me dice órale pues y con eso él está listo. Lo tengo que entrenar, desarrollar su rating. El juego premia tu tiempo invertido. Entrenarlo, hacerlo veloz. Aumentar su poder de tiro, su “conocimiento técnico-táctico” o “paso largo” y luego meterlo al juego. A ver qué puede hacer…

Un año, la escuela donde enseño organizó un torneo de FIFA. Yo gané. El profe de 35 años, un papá, trapeando el piso con estos de dieciséis años. “No tenía idea que supieras cómo hacer eso”, dijo un niño. Otro, incrédulo, preguntó si esta era la razón de que tardara tanto en devolver los ensayos corregidos. Que se chingue ese niño porque le partí la madre 4-1.

Juego en línea. Estoy en la división más alta. No me pongo auriculares cuando juego pero de vez en cuando me llega un mensaje de la persona con la que compito. “LOL q pendejo eres”, un güey me escribió. Su controlador decía ronaldo69. Es lo típico. Me gusta imaginar a mi contrincante. Un cuate mío bromea y dice que tal vez sea un chavo encerrado en una prisión de Arabia Saudita donde los gendarmes apuestan a su favor y luego se lo madrean si pierde. Este es el tipo de mierda que dicen los amigos que tengo. 

Pasamos nuestros treinta bebiendo y fumando y jugando FIFA. El juego lleva un registro preciso de nuestros récords, y siempre jodemos al que gana la sesión. Bueno pues tú ganaste más juegos pero yo gané la suma agregada de goles. Ya, y tu pinche nombre es Agregado. Van a poner agregado en tu pinche lápida. Me iré a la cama feliz sabiendo que  eres un pedazo de mierda. Te irás feliz a la cama, ¿eres un pinche demente? Y esto y esto otro, la clase de cosas que son inservibles en las conversaciones decentes. La clase de cosas por las que nuestras esposas se avergüenzan.

Pero es que es por los goles. El fútbol es hermoso y a veces logras darle a tu oponente la madriza de su vida. Cortas hacia el centro con tu alero, manipulas la palanca para que tu jugador haga una movida chingona, una Maradona, o para los más avanzados una Elástica. Ambos sabemos lo que viene. Una vez que pasas al defensor, libre el área de meta, aprietas suavemente el botón R1, y tiras, con O, obvio, amortiguando la fuerza del balón curvado más allá del portero y hasta la esquina lejana. Entonces celebras. Sabemos las movidas. Puedo hacer una rueda de carro con una voltereta hacia atrás si quiero. Quizá el clásico derrapamiento de rodillas hacia la esquina. Sé qué botones pulsar para hacer que dé un coletazo en el pasto como un pinche pez. Y mi cuate sabe, y yo sé, le gané.

Y claro, obvio, no es lo mismo cuando un avatar en línea que se llama como tú consigue hacer una movida genial y meter un gol y celebra frente a una multitud fuera de sí que cuando lo hubiera hecho o lo hice yo en la vida real, pero igual se siente bien chingón.  

— Daniel Heijmen

Traducción al español de M. Iracheta